domingo, 31 de enero de 2010

The Hurt Locker

Es extraño.

En general el mundo militar me desagrada, y cada vez más. Supongo que una mezcla de la situación política de mi país con la inseguridad y la violencia gratuita cada vez mayor que vivimos disminuye ese romanticismo infantil que tenía cuando encantado veía Las ratas del desierto, Combate o esas viejas películas de los setenta como Donde las águilas se atreven. En ciertos momentos, por motivos laborales, me ha tocado relacionarme con el mismo y lo percibo primitivo, reducidos a un mundo de manual en blanco y negro y restringidos y presionados por una absurda y tonta cadena de mando. A pesar de esto sigo sintiendo una atracción por el hecho militar que continuamente me lleva a la literatura de referencia, a los juegos de guerra (no deben perderse Modern Warfare 2) y por supuesto al cine bélico.

Esa mezcla de obediencia a ordenes absurdas, cobardía disfrazada de valentía, adicción a la adrenalina y fragilidad acompañada del alto potencial de hacer daño hace del buen cine bélico un género que me encanta.

De esta forma llegué a The Hurt Locker, película independiente del año pasado catalogada ya por muchos como una de las mejores de la década.

¿Tanto así? no estoy muy seguro pero si es una buena película; último mes de servicio en Irak de un equipo de desmantelamiento de explosivos, el sargento James acaba de llegar en reemplazo del antiguo líder muerto en una explosión y sus métodos poco ortodoxos y arriesgados lo llevaran a enfrentarse a los otros dos miembros del grupo.

La película genera una tensión constante, la presencia de un contador regresivo (cual si de una bomba se tratase) que marca los días que faltan para volver a casa fácilmente nos hace imaginar un desenlace terrible o dramático. El mismo conflicto interno entre los miembros del equipo, el hecho de operar en un país ocupado donde nunca sabes si el que se cruza en la calle es amigo o enemigo, donde se ven señales de emboscada en cualquier evento -desde una cometa en el cielo hasta vecinos que se hacen señas desde los balcones- se van sumando en la boca del estomago hasta convertirse en un dolor del mismo en una película que agota, cansa.

Dejando a un lado la mala maña de la mareante cámara en mano (ya está bueno ¡coño! deberían prohibirla), lo predecible de algunos momentos y lo forzado de otros, es una excelente película con un final redondo que se conecta directamente con la frase del inicio: "la guerra es una droga".

Colonel Reed: Eight hundred! And seventy-three. Eight hundred! And seventy-three. That's just hot shit Eight hundred and seventy-three.
Sgt. William James: Counting today, sir, yes.
Colonel Reed: That's gotta be a record. What's the best way to... go about disarming one of these things?
Sgt. William James: The way you don't die, sir.

El trailer acá.

viernes, 22 de enero de 2010

¿Trabajo? cooperativo

No exagero. Cruce de la Av. Libertador con Ppal. de Mariperez (en el llamado elevado de Mariperez).

Tengo lo que va de año pasando todos los días de lunes a viernes por esta calle rumbo al trabajo y esta Cooperativa debe tener tres semanas limpiando la misma cuadra. La acera norte de la Av. Libertador entre Ppal. de Mariperez y Santiago de Chile debe ser la más limpia de toda Latinoamérica ¿Será para que los locos que abundan en la zona puedan vivir dignamente?

Son como 20 personas con 10 escobas (barrendero y asistente supongo) barriendo con desgano mientras conversan acerca del Universo como onda de probabilidad colapsada gracias al Supremo Barredor que todo lo observa. Y como debe ser, para barrer una acera eternamente y aparentar que se está haciendo mucho deben poner conos trancando un canal y joder bastante el tráfico.

Lo divertido del asunto (ya pa'que se queja uno) es que en el resto de las calles de los alrededores pasan limpiando una vez al mes con suerte.

Y por supuesto, si se te ocurre mencionar que parte de los problemas del país es la falta de gerencia eficiente que supervise el correcto desempeño de los trabajos contratados entonces no eres más que otro oligarca opresor o clase media alienado que piensa que con buenos gerentes las cosas podrían funcionar.


domingo, 10 de enero de 2010

De los nombres de la gente

Tom le está recordando algo a Cantrell (por alguna razón, siempre se refieren a Cantrell de esa forma; algunas personas han nacido para que las llamen por su apellido)
Criptonomicón, Neal Stephenson



miércoles, 6 de enero de 2010

Minnie The Moocher

Por enésima vez han pasado en el cable ese clásico de los 80s llamado The Blues Brothers, nuevamente me he sentado a gozar con la banda sonora de lo que si no fuera por éste detalle sería otra más del montón de películas de persecusiones absurdas.

Entre otras cosas se puede disfrutar de Cab Calloway cantando en persona lo que debe ser su pieza más conocida, Minnie The Moocher (acá la versión de The Blues Brothers):



El asunto es que gracias a Internet, siempre entre tanta pendejadas que pululan por la red, buscando información de Calloway se puede llegar a cosas como éste estrambótico, fumado y surrealista video de 1932 de una Betty Boop para la época adolescente flapper de 16 años, quien molesta con sus padres -al parecer judios estrictos- decide escapar de casa con ese resuelve/novio/mascota llamado Bimbo (hay que recordar que en sus origenes Betty en realidad fue una perra que poco a poco se humanizó).

El mismo Calloway, en la forma de una morsa fantasma, canta y practica sus famosos pasos de baile mientras espanta a esa Betty profuga. Tengo entendido que en esa época el video fue prohibido como una apología al uso de drogas (supongo que las que se tomaron los que hicieron el corto más que las que usó la pobre Betty).





La letra de éste clásico:

folk's here's the story 'bout Minnie the Moocher
she was a red hot hoochie coocher
she was the roughest, toughest frail
but Minnie had a heart a big as a whale

(hidey-hi's!)

she messed around with a bloke named Smokey
she loved him, though he was coke-y
he took her down to Chinatown
and he showed her how to kick the gong around

(hidey-hi's!)

she had a dream about the King of Sweden
he gave her things that she was needin'
gave her a home built of gold and steel
a diamond car, with the platinum wheels

(fast hidey-hi's!)

he gave her a townhouse and his racing horses
each meal she ate was a dozen courses
she had a million dollars worth of nickels and dimes
she sat around and counted them a million times

(hidey-hi's, one mo' 'gain!)

poor min, poor min, poor min!